jueves, 5 de julio de 2012

“Cada vez es mayor la cantidad de personas que vienen a misa” - La Cuaresma es un tiempo de reflexión y penitencia, en el que se da paso a la oración, la caridad y la mortificación. - En Puno hay más de 4 centros católicos, y más de 5 mil pertenecen a iglesias cristianas o evangélicas.
La Cuaresma es un tiempo de reflexión, penitencia, conversión espiritual, tiempo de preparación a la Semana Santa y sobre todo al Domingo de Resurrección, en tal sentido la Iglesia realiza diferentes actividades, entre ellas las misas, confesiones y el rezo de la Vía Crucis. En la ciudad de Puno, hay 4 iglesias, la Catedral, San Antonio, La Merced y San Juan, en las cuales, en diversos horarios, los católicos se vienen preparando en este tiempo de Cuaresma, que implica 40 días de recogimiento espiritual. Para el padre Inocencio Suasaca, párroco de la parroquia San Juan, cada vez es mayor la cantidad de personas que asisten a las misas, “aquellos que vienen, lo hacen por su fe y la motivación es propia”, precisó. Durante el tiempo de Cuaresma, se realizan tres grandes prácticas o medios de penitencia cristiana, la caridad, oración y mortificación, a pesar de que existen diversas iglesias, todas se guían por la biblia, por lo tanto, llevan un ritmo parecido en cuanto a los tiempos de prácticas cristianas. Según el XI Censo de Población y VI de Vivienda 2007, sólo en Puno habían 84 mil 144 católicos, entra varones y mujeres, 5 mil 860 profesan las religiones cristianas y evangélicas, mientras que 8 mil 907 habitantes, profesaban otras religiones o algunos no profesaban ninguna. EN EL MUNDO Según el padre Jorge Loring, en el mundo actualmente el número de católicos alcanza los mil 38 millones, los musulmanes aproximadamente son 920 millones, los hindúes suman un promedio de 705 millones, luego están los protestantes que son 669 millones, los budistas son 323 millones y también existen otras líneas religiosas.

lunes, 2 de julio de 2012

Madre, máxima expresión de amor…
Ser madre, es la experiencia más hermosa, que una mujer pueda experimentar, y es que tener a un nuevo ser por el lapso de nueve meses en el vientre, sintiendo a cada momento cómo crece y empieza a conocer el mundo, es algo que no tiene grado de comparación. Una madre, nos brinda desde el primer momento, un hogar, en el que nadie nos acude mejor que ella, donde empezamos a sentir su voz, como un lejano eco que apacigua nuestros temores, que nos acaricia con dulzura apenas nos movemos, quizás incómodos y aburridos, y que se enfrenta a cualquiera que intentase hacernos daño, con la energía con la que se formó el mundo… Una vez en el mundo exterior, después horas de dolorosas contracciones, nacemos, triunfantes y temerosos, ¿quién más que una madre, para brindarnos su calor y protegernos en este mundo cansado y agobiante?, ella nos recibe, y no piensa en lo mal que se encuentra, tras una cesárea o un desgarro, solo nos abraza y mientras habla, por sus mejillas caen lágrimas que sólo piden a Dios, lo mejor para nosotros. Con lo efímero del tiempo, olvidamos que fue nuestra madre, la que nos acompañó en cada instante, para que no nos faltase nada, olvidándose de sí mismas, haciendo de todo, con tal de vernos sonreír, no hubo sacrificio por el que no pasase, ni humillación que no soportase, pero como la mente es frágil y el corazón mucho más, la ingratitud se vuelve en una constante. Tal es el caso de muchas de las madres, de la ciudad de Puno, aquellas que no recibieran una llamada, ni un regalo, muchos menos un abrazo, que bastaría para que ella perdone y olvide todos los desencuentros que pudieron existir. “No voy a festejar el Día de la Madre, porque mi hijo ya tiene su familia”, nos dice Bernardina Sánchez, una mujer que sonríe con nostalgia ante la pregunta, pero que se enorgullece de haber sacado adelante a su hijo, sola.Mientras vende tunas a un niño, muestra su malestar la actitud enervante de uno de los comerciantes del Jr. Juli de la ciudad de Puno que además de pedir dinero, intenta botarla del reducido espacio que ocupa. La misma situación se repite, con Eliana Pari, vendedora de verduras, perteneciente a la Asociación 15 de Mayo, que no festejará su día, porque debe estar vendiendo sus productos en la frontera, para que no le falte nada a su pequeño niño, “además mi esposo viaja a Cuzco” nos dice. Mariluz Quispe, deja de lado sus labores como ama de casa, y nos cuenta que aunque tenía planeado viajar para festejar el Día de la Madre, junto a su suegra, los planes resultaron truncos, por razones que desea obviar, ella es madre de una hermosa niña, que no pasa de los 6 meses. Pero como todo tiene su reverso, hay una cantidad de mujeres que si podrán festejarse como lo merecen, al lado de la familia, compartiendo quizá un apetitoso almuerzo, irónicamente preparado por ellas mismas, pero que agradecerá la familia, mientras entreganpresentes. “Yo me voy a Acora, a visitar a mi mamá, acostumbramos matar un cordero y compartirlo en familia y con las visitas”, nos dice cándida y sonriente, Verónica Arce, mientras ofrece las verduras al público, que se pierde al final de la calle. Miriam, su hija, se apresura a quitar el biberón de su primito, al que debe cuidar Verónica, no se queja, sabe que debe hacerlo con el mismo cariño con el que crió a su hija. “La madre tiene la responsabilidad de forjar ciudadanos con valores, que sepan respetar a su prójimo, para que exista una sociedad más justa… no aprendemos a ser madres, la vida nos enseña, el hecho de tener un ser en nuestras entrañas hace que nuestro instinto maternal se desarrolle”, nos diceBeliaQuiñones,coordinadora del Proyecto promoviendo estrategias sostenibles para incrementar el impacto en prevención y atención de la Violencia de género den la Región Puno, del Movimiento Manuela Ramos. “Un saludo muy especial a las madres de la Región, en especial a las que son jefas de hogar, que trabajan y se organizan por brindar una mejor calidad de vida a sus hijos”, finaliza Belia Quiñones, contándonos que si festejará el Día de la Madre. Una madre, como escribieron muchos, es un ángel enviado por Dios, que muchas veces no apreciamos, hasta que la perdemos… que el Día de la Madre, no solo sea un segundo domingo de Mayo, sino todo el año, porque ellas no dejan de serlo nunca.
“FE, ESPERANZA Y CARIDAD, SON LAS VIRTUDES DE LA HERMANDAD”
José Cupertino Coya Carrión, docente de profesión, casado con Estela Ponce Ramos, tiene tres hijos, que son su mayor orgullo: José, Juan y Marcos; junto a su familia forma parte de la hermandad “Celadores de la Virgen María de la Candelaria”. José, en la actualidad es presidente de la hermandad, cargo que asumió en el año de 1997, con la gracia y bendición de la Santísima Virgen María de la Candelaria. El amor, es como una coraza que protege al que lo entrega y al que lo recibe, y no existe amor más sublime que el de una madre a su hijo, un hijo que agradecido busca, hasta encontrar, la manera de retribuir ese amor y ni el paso de los años, ni las personas cambian estos sentimientos, al contrario los corazones se afianzan con fe y esperanza; ¿acaso, no es éste el amor sienten los feligreses de la Virgen de la Candelaria?, pues sí, es ese amor el que los llena de paz y alegría. Es así que cuando una comunidad se forma por el amor que se tiene a Dios, se asume un compromiso de solidaridad, dedicación y entrega para que así las responsabilidades se hagan más fáciles y prácticas, las mismas que están orientadas al crecimiento y desarrollo armonioso de la comunidad; así también es la hermandad “Celadores de la Virgen María de la Candelaria”, un grupo sencillo conformado por más de 50 familias, que aferradas con amor y fe, velan por la Santa Madre de todos los puneños, Madre a la cual dedican fervorosas oraciones y nobles acciones. La hermandad “Celadores de la Virgen María de la Candelaria”, nace un 31 de enero de 1972, a iniciativa de los socios del “Círculo Unión Puno”, que tenían como labor resguardar y conservar los enseres y patrimonio de la Virgen, ésta tarea se continúa y en la actualidad, va guiada por José Cupertino Coya Carrión, presidente de la hermandad de los Celadores de la Virgen María, elegido hace más de 12 años. José Coya, desde que ingresó a la hermandad, ha visto a muchas personas convertirse en devotos de la Virgen, personas que luego se comprometen y esperan ansiosos una gracia, una bendición: ser alferados de la fiesta y la Octava de la Virgen María de la Candelaria, tarea que resulta ser muy gratificante y sencilla, porque todos los que han pasado de alferados o lo están esperando, pueden confiar en la hermandad “Celadores de la Virgen María de la Candelaria”. “Yo ingreso a la hermandad Celadores de la Virgen María de la Candelaria, en el año de 1979, mi compromiso se hace más fuerte y se reafirma cuando paso como alferado en el año de 1987, la presidencia la asumo en el 97, siendo elegido por el párroco de la Iglesia San Juan Bautista, ya son 14 años en el cargo, años en los cuales la Virgen me ha protegido y aún permite que la acompañe”, dice mientras mira con añoranza la imagen de la Virgen. Los “Celadores” como hermandad es una asociación de Laicos de carácter religioso, dedicados íntegramente a la veneración de la Virgen, promoviendo la fe y devoción, “entendemos que somos personas incorporadas al pueblo de Dios por medio del compromiso bautismal siendo el soporte de su obra”, precisa José Coya. “Durante la fiesta la función principal es la buena presentación de la Virgen de la Candelaria, para ello hacemos cada 15 días el cambio del manto, de su ropaje y el cambio de las flores; dentro de esta asociación hay tres clases de escala de personas; primero, están los celadores o alferadosde la fiesta o de la octava; segundo, los peregrinos que llevan una réplica de la imagen de la Virgen a distintos hogares, y finalmente los devotos”. Hasta la fecha, la Virgen de la Candelaria cuenta con 130 mantos, sin mencionar la ropa interior y las joyas que le regalan; y si hablamos de alferados, ya hay personas inscritas hasta el 2021, las mismas que deben prepararse, tanto a nivel espiritual, como social; para ser alferados, el requisito básico es tener una familia constituía dentro del matrimonio, ya sea civil o religioso. “Nosotros practicamos tres virtudes teologales; la fe, por la que creemos sin la necesidad de ver; la esperanza, teniendo como cumbre a la Santísima Trinidad; finalmente, la caridad. Nuestro Principio: En la casa de Dios, no hay diferencias, nadie es más y todos somos iguales”, dice José Coya con la plena seguridad de un soldado de Dios.